jueves, 22 de octubre de 2009

EL EQUIPO DE NADIE


Confundidos como estamos los argentinos, hay cancha propicia para que cualquiera que sostenga, como yo, que la Selección Argentina de Fútbol que dirige Diego Maradona no sólo carece de línea de juego o estrategia alguna, sino que es la peor que me tocó ver en los muchos años que llevo siguiendo de cerca el fútbol, sea tildado de “antiargentino”.
Como si la nacionalidad sólo estuviera expuesta en las opiniones: a favor, los argentinos; en contra, los antiargentinos.
La Selección Argentina, que alguna vez fue definida como “el equipo de todos”, hoy, indiscutiblemente, no representa a nadie. Salvo a los mezquinos intereses personales de quienes manejan sus hilos con impunidad.
Seguramente deben ser buenos argentinos los que formaron la pléyade VIP que viajó en un avión de Aerolíneas Argentinas, entre los que se encontraría el titular de la empresa Mariano Recalde, Facundo Moyano, uno de los hijos de Hugo (el líder camionero no, pues le teme a los aviones), un legislador y algunos otros dirigentes de variada gama.
La nave cubrió el trayecto Buenos Aires-Montevideo y viceversa, el pasado miércoles 14 de octubre, cuando la selección nacional jugó con su similar uruguaya. Estos buenos argentinos fueron premiados, vaya a saber por qué, con un vuelo fuera de los servicios de rutina. La empresa intentó desmentir lo evidente: que se trató de un vuelo charter. En un acto ya por demás grosero, aseguró, además, que cada uno de los pasajeros habría pagado su pasaje.
El nivel de impunidad que impuso a la vida pública y política el kirchnerismo asquea, denigra cualquier rasgo de decoro y condena a los legítimos buenos argentinos a tolerar estos desatinos como lo más normal, cuando no lo son. Claro, no lo serían en un país civilizado, que respeta las instituciones democráticas. Pero esto sucedió en la Argentina, donde los que conspiran contra la patria son quienes critican un seleccionado de fútbol y no quienes saquean los dineros públicos y enlodan la Constitución Nacional.
En su columna de lanación.com, el periodista Cristian Grosso cita la opinión de algunos ex futbolistas y entrenadores entre los que se cuentan uno de los jugadores más completos (si no el más) de las últimas décadas, el holandés Johann Cruyff; el mejor entrenador argentino, César Luis Menotti y otro talentoso director técnico que se reconoce (y lo es) “discípulo” del Flaco, Ángel Cappa.
Inmensamente capacitados para opinar sobre el tema y con una evidente intención de construir positivamente, espero que no se los tilde de “antiargentinos” por expresar su pensamiento, incluidos José Pekerman y Diego Simeone, que también dan su parecer. Cito a continuación algunos párrafos de la nota:

"El fútbol es un juego de equipo por más calidad que tú atesores. Y para que ésta destaque, la gente que te rodea ha de hacer lo máximo para aprovechar lo mejor de ti. Argentina no lo hace con Messi y lo peor es que o no lo ven o no quieren verlo", analizó Johan Cruyff en su columna de El Periódico de Catalunya. Bajo el perseguido criterio de Maradona, al fabuloso volante holandés sería sencillo encontrarlo en el rubro "antiargentino". Pero otras voces, que comparten la nacionalidad con Maradona, también se han animado a saltar el círculo de obsecuencia. Con criterio constructivo, animados por la mirada del sentido común. Menotti, Simeone, Cappa y Pekerman, cuatro apellidos habilitados que eludieron la demagogia barata, la obediencia rastrera. Nombres que no les han temido a los latigazos de una lengua escabrosa.
"Esta selección de Argentina anduvo sin ideas, errante, turbulenta. Demasiado poco para tanta historia. Argentina está condenada a seguir de esta manera", advirtió César Luis Menotti en su espacio habitual para Global Media Service. Y se entregó a un futuro sombrío. "Diego no es el problema. O todo el problema. Yo lo veo capacitado; lleva toda la vida en el fútbol. Otra cosa, y la desconozco, es que sepa transmitir su propuesta a los jugadores", señaló Diego Simeone en una entrevista con el diario As, de España. Y al Cholo siempre hay que seguirlo con atención, nunca dice nada por casualidad. "Los últimos cruces revelan que no hay coherencia en el cuerpo técnico de la selección, lo cual es muy peligroso en un momento tan complicado como éste", observó Angel Cappa. Cuatro referencias con las que no hay obligación de coincidir, pero el ejercicio de al menos atenderlas no convendría desperdiciar.
José Pekerman, para el diario español El País, ofreció un análisis más abarcativo, que incluyó estructuras devastadas en el fútbol argentino. Una plataforma decadente a la que Maradona se asoció con su aporte demoledor. "Hemos regresado al modelo vigente en las décadas del 50, 60 y 70, cuando el fútbol nacional vivía en la autoindulgencia, librado a la improvisación y a la aparición espontánea de superdotados", apuntó el entrenador de la selección en la Copa de Alemania. Y también acentuó que "en Argentina predominan ahora la desconfianza en el trabajo y la rentabilidad sin esfuerzo".

Personalmente, me resulta mucho más enriquecedor leer a gente lúcida, que escuchar las enconadas, absurdas y afiebradas defensas sobre el ícono maradoniano que realizaron Luis D’Elía (“A Diego lo atacan por ser negro y villero”) y Alejandro Dolina, quien también se refirió, por cierto con mucha mayor entidad intelectual que el piquetero K, a un supuesto ataque clasista por el origen social de Maradona.
De todas formas, lo preocupante para Dolina debería ser compartir el podio con D’Elía. Aunque al autor de “Crónicas del Ángel Gris” no parece preocuparle demasiado.
Si se mensura lo que, en algún momento, significó Dolina para el panorama cultural argentino y lo que representa hoy la figura de D’Elía, la preocupación resulta genuina.