jueves, 30 de abril de 2009

LA HISTORIA VUELVE A REPETIRSE


Cuando en 1993, el grupo argentino Divididos editó su tercer trabajo discográfico, es probable que Ricardo Mollo y sus compañeros no imaginaran que 16 años más tarde el título del álbum y una de sus canciones, llegarían a pintar la realidad tan absurda como evitable que sobrevuela nuestros días.
Divididos no se pone ninguna camiseta política, ni compone canciones para ganarse un lugar en algún festival en Plaza de Mayo.
Sus integrantes tienen un par de cualidades poco comunes entre los artistas e intelectuales argentinos: son talentosos e inteligentes.
Precisamente por ello, no participan de polémicas fatuas ni se prestan para fotos cholulas promovidas por el poder.
En un momento en que psicóticos perversos intentan, sin éxito, recurrir al temor para captar votos, ignorando las pestes que les estallan en las narices, es recomendable un balsámico baño de arte anticipatorio.
A continuación, va la letra de “Salir a asustar” una canción incluida en el álbum “La era de la boludez”. Repito: trabajo editado en 1993.

Salir a asustar te protege más,
en esta la era de la boludez.
Beso y cachetazo, ¿qué es real?
Tata dios sin mate, mochila genital
¡Galopera! ¡Paranoia!
¡Cleptocracia!
¡Grita el argentino!
Salir a asustar te protege más,
en esta la era de la boludez.
Risa de canasto sin infancia esta
carpa pasajera, la esperanza va.
¡Galopera!...


O Divididos ve mucho más allá que el común de los artistas o, decididamente, vamos para atrás.

NO DEJEN QUE EXPLOTE


El Copresidente de facto, Néstor Kirchner, visionario y previsor, ya lo anunció: si el gobierno pierde las elecciones legislativas del 28 de junio, “la Argentina explota”. Aunque, si me permite, don Néstor, gramaticalmente correspondería haber dicho “explotará”, ya que usted se refiere a un hecho futuro.
Restaría saber qué ganaría la Argentina si el partido oficialista logra imponerse en los comicios.
La respuesta inmediata de un disciplinado soldado K sería: “La continuidad del modelo”.
Los contreras de siempre apuntan: para que haya continuidad de algo, debería existir ese algo. ¿Cuál es el modelo kirchnerista? ¿Esta mamarrachesca acumulación de improvisaciones de todo tipo se puede, o se debe, llamar “modelo”?
Comentarios interesados de opositores “de derecha”, (en los que no creo, naturalmente) adjudican esta apocalíptica premonición a dos posibilidades: O Néstor I está sumamente desesperado porque los sondeos lo dan en descenso directo (no llega ni a la Promoción), o toma a la mayoría de los argentinos por imbéciles.
Los opositores sostienen: de “nosotros o el caos”, pasamos a “volvemos al 2001”. ¿Cuál será le temible plaga siguiente?, se preguntan.
Sin entrar en tremendismos ni disloques partidarios, podríamos arriesgar algunas hipótesis, en virtud de la prolijidad, los progresos y la efectividad que el emperador patagónico viene demostrando en sus dos gobiernos.
Seguramente, si el kirchnerismo no gana las elecciones legislativas, podrían desatarse algunas de estas calamidades:
• La situación sanitaria del país quedaría tan descuidada, que podría declararse una epidemia de dengue.
• Fuera de sus casillas por el resultado electoral, nadie podría asegurar que caracteres templados como el del “intelectual” Luis D’Elía no se vieran tentados al desborde violento durante los festejos opositores.
• La seguridad, tan celosamente custodiada por la monarquía K y el sobrio y circunspecto ministro Aníbal Fernández, podría sufrir tal colapso, que los argentinos llegaríamos a tener miedo hasta de salir a la calle. Robos, asesinatos y violaciones, serían moneda corriente.
• La libertad de prensa podría verse seriamente amenazada. Nadie estaría en condiciones de asegurar que, por citar un ejemplo, el periodista Nelson Castro pudiera mantener su programa en Radio Del Plata sin que se viera acechado por la intolerancia de los ganadores (todos “de derecha”, según el oficialismo) y su ciclo fuese levantado sin más.
• Presa de un incontenible ataque de furia, la Copresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, podría abandonar su estilo austero y de bajo perfil, y reemplazar su vestuario comprado en Falabella y sus carteras adquiridas en la Recova de Once por costosos modelos exclusivos y marroquinería de origen galo, con los consiguientes perjuicios económicos para las arcas de la República.
• La onda expansiva de la potencial explosión de la Argentina afectaría la frágil y cambiante estructura psicológica de la joven hija de los Kirchner, Florencia, quien se vería tentada de solicitarle a sus padres (a los que nunca pidió nada, respetando la austeridad que ambos impusieron a sus gobiernos) un deseo añejo y, hasta ahora, reprimido: un Mini Cooper, el coche pequeño más caro del mundo. La joven (a la que ya obligaron a cerrar su inocente fotolog) podría sentir que la ingratitud de la mayoría del pueblo argentino no merece su sacrificio de merodear por Libertador, Recoleta y afines, a bordo de un Gol base (sin estéreo ni aire acondicionado), comprado a través del Plan Canje para Automóviles, puesto en marcha por el gobierno a principios de 2009.
• Florencia aprovecharía la ocasión también para que sus padres la llevaran a conocer el mundo. Ya no tendría sentido cuidar la imagen y viajar solamente de Buenos Aires a Santa Cruz y viceversa. Si sus progenitores se quedaran sin trabajo en 2011, ¿cómo afrontarían económicamente sus necesidades turísticas?
• La tambaleante estructura económica de las Obras Sociales, obligaría a los “Gordos” a solicitar un anticipo a cuenta para sostenerlas, antes que las hordas opositoras se apoderen del Congreso y comiencen a trabar partidas. Es probable que caciques sindicales como Hugo Moyano u Omar Viviani, aprovechen, además, para comenzar con los trámites para el Seguro de Desempleo, ante la severa probabilidad que pudiesen perder sus trabajos y su economía familiar se viera seriamente resentida en el futuro.
• El grave riesgo económico que entrañaría una derrota del oficialismo en junio, podría desembocar en la renuncia del Secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. Su carácter conciliador para tratar con empresarios díscolos, y su sereno análisis del mercado permitieron frenar la inflación en la Argentina y dotar al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) de una confiabilidad que no reconoce antecedentes en la historia vernácula.
• La manifiesta vocación antidemocrática y el carácter autoritario de la oposición hace sospechar que para futuras elecciones podría prosperar un proyecto mantenido en secreto hasta el momento. Se trataría de armar futuras listas para los comicios de 2011, en las que los titulares serían personajes públicos o políticos, que encabezarían boletas pero luego no asumirían. Esta aberración manifiestamente inconstitucional llevaría por nombre “listas testimoniales”.

Con semejantes amenazas a la vista, yo no dudaría en votar a los Kirchner.
¿O alguien desea ver cómo la Argentina vuela en pedazos?
Pero soy escritor.
Y, como tal, suelo contradecir a la mayoría y vivo a contracorriente.
Ya lo decidí: no votaré al oficialismo.
Llegado el momento, emitiré mi voto "no positivo", y gracias a la bonanza económica y el crecimiento de mi estado patrimonial en la era K, en caso que se produzca el estallido partiré hacia Cancún o las Islas Fiji, para atenuar las consecuencias del cimbronazo.
Si la fiebre porcina recomienda que no suba al avión, ya no es culpa de nuestro sacrificado matrimonio presidencial, al que en lugar de imitar en su proceder, prefieren tomar para la chacota en la mayoría de los países.
Así les va.

martes, 28 de abril de 2009

LA CULPA ES DE LOS MEDIOS


Todo tiene un límite.
Aunque a veces parece que no.
La exasperada puesta en escena del copresidente de facto Néstor Kirchner pronosticando que, si el Frente para la Victoria pierde los comicios del 28 de junio, “el caos de 2001 volverá a instalarse en la Argentina”, es una apelación tan desesperada como ridícula.
Otra vez “nosotros o el caos”.
La misma pregunta: entonces, ¿el kirchnerismo es el orden?
Palos para la oposición, supuestos logros de su gobierno y el de su mujer (¿no son la misma cosa?), condena retórica al neoliberalismo que, según Kirchner, volverá a reinar en la Argentina en caso de una derrota oficialista, formaron parte del neurótico discurso de Néstor I.
Con lo cual debemos inferir que, en estos momentos, nuestro país florece en medio de una economía socialista, en la que impera una equitativa distribución de la riqueza, una excelsa atención para la salud pública y un impecable panorama de alfabetización.
Seguramente por maldad, los medios periodísticos, que ya sabemos que distorsionan todo logro kirchnerista por simple antipatía con la monarquía patagónica, ubican la epidemia de dengue dentro y no fuera de las fronteras de la Argentina, dan cuenta de una deserción escolar que no es tal y en el interior no muere gente por desnutrición, sino por simple vejez.
Esos mismos medios hablan de una estafa moral, que consiste en armar listas oficialistas para el 28 de junio, encabezadas por candidatos que no van a asumir.
Con toda la inquina que son capaces de acumular, lanzaron la versión que la cantante y actriz Nacha Guevara habría aceptado sumarse a las listas vergonzantes (eufemísticamente llamadas “testimoniales”), no para cantar sino para disputar una banca en el Congreso. Donde a lo mejor decide ir (con los “testimoniales” nunca se sabe), aunque quizá tan sólo para representar en la Cámara Baja “Eva, el gran musical argentino”, en el que demostró que sí tiene aptitudes artísticas. Sus potenciales atributos políticos son una incógnita.
Kirchner, tan crítico del ex presidente Carlos Menem (que “farandulizó” la política argentina en los ’90), ahora lo remeda impúdicamente.
Entre Ricky Maravilla y Nacha Guevara hay diferencias en cuanto a estilos y calidades musicales. Políticamente, los dos ostentan el mismo grado de improvisación. Entonces podría pensarse, siguiendo la lógica kirchnerista (para lo cual es necesario hacer un gran esfuerzo intelectual) que antes del resultado del 28 de junio y pase lo que pase, Kirchner retrotrajo la política argentina al mamarracho noventista que dice criticar.
No es todo.
Harta ver la propaganda proselitista del actual Jefe de Gabinete, Sergio Massa. En el spot, extenso y por ende muy costoso, el hombre de Tigre intenta persuadir al espectador que en su municipio se vive mejor que en Berna.
Es tal la limpieza de los hospitales, la magnificencia de los campos de deportes, el cuidado de la salud pública, el estado impecable de las escuelas, que no me explico cómo desde Capital Federal y distintas ciudades del Conurbano bonaerense no se produce un éxodo masivo hacia la República de Tigre.
Pero hay algo que no queda claro. La exaltación de la figura de Massa, ¿hacia dónde apunta? ¿A sus logros como intendente de Tigre, aunque se encuentra de licencia para poder desempeñarse como Jefe de Gabinete? ¿A su futura presentación en la lista “testimonial” junto con Kirchner y Nacha Guevara, donde tampoco asumirá como legislador en caso de ganar, ya que es ministro en ejercicio? ¿O pensará renunciar a la jefatura de Gabinete y transitar por el Parlamento?
Difícil que el chancho chifle, solía decir el paisano. Aunque claro, la evocación campestre tal vez irrite aun más a la huestes K.
El inefable diputado del FPV y ex piquetero Edgardo Depetri sumó su excelsa luz intelectual al tema de la candidatura de Nacha y afines: “Si sirve para sumar, está bien”, resumió. El fin justifica los medios, en definitiva.
La noción que tiene el kirchnerismo de la democracia es, cuanto menos, difusa.
No recuerdo quién, dentro del elenco oficial, definió a Luis D’Elía como “un gran intelectual”.
Convendría presentárselo al filósofo español Fernando Savater, quien anda de visita por Buenos Aires para la Feria del Libro, así el ibérico puede llevarse una cabal y directa impresión de la inteligencia vernácula.
Seguramente, la persecución mediática a la intelectualidad kirchenerista fraguó, hace casi un año, imágenes de un personaje muy parecido al profesor piquetero golpeando cobardemente por la espalda a un jubilado indefenso, que osó manifestarse en contra del pensamiento iluminado.
El mismo personaje fraguado (muy bien fraguado; tanto que parecía el mismísimo D’Elía) que un rato después hacía una patoteril entrada en la Plaza de Mayo, atestada de manifestantes anti K, “para recuperarla para el pueblo”.
Algo habría que hacer.
En esto de inventar y manipular información, los medios de prensa no tienen límites.

jueves, 23 de abril de 2009

EL GRAN TEST


“El dengue no es una responsabilidad del Ministerio de Salud; el culpable es el mosquito”, aseguró la responsable del área sanitaria en el Chaco, Sandra Mendoza, esposa del gobernador Jorge Capitanich.
Imaginamos ya los oficios judiciales que estarán ordenando los miembros de la Suprema Corte de Justicia, Carmen Argibay y Eugenio Zaffaroni, para que se detenga y se ordene el debido proceso, con las garantías constitucionales correspondientes, para todo mosquito que sobrevuele por el territorio argentino.
Argibay y Zaffaroni consideraron que el tema de la inseguridad está amplificado por los medios de prensa. Igual razonamiento tiene la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner. Esta coincidencia de opiniones es, por supuesto, fruto de la casualidad. Sólo un “conspirador” podría pensar que se trata de una estrategia común entre el poder político y el judicial, que debiera ser independiente.
Además, pedir mayores garantías públicas y protestar por la indefensión en que vivimos los argentinos es un argumento de la “derecha” que, por lo visto, está creciendo a pasos agigantados en nuestra tierra. De todos modos, no hay que preocuparse: se trata de “una sensación de inseguridad”, según el Ministro de Justicia, Aníbal Fernández.
El mismo funcionario que pidió que se aplique el derecho de admisión a los barrabravas en la cancha de Boca Juniors, donde el local jugó con River Plate, con el telón de dos banderas (una por cada barra) donde se criticaba al grupo “Clarín”.
Sospechoso hasta ahí.
Alarmante si, como se dijo, fueron hombres del ministerio de Fernández quienes se conectaron con los barras de Boca para financiar la exhibición de la bandera. Los xeneixes bravíos tuvieron cien mil buenas razones para mostrar su disconformismo con la empresa de la señora de Noble.
Con los de River Plate, a quienes les entregaron idéntica cantidad de razones, el contacto habría sido a través de Carlos Kunkel, el diputado hiperkirchnerista que simpatiza con los de Núñez, barrio en el que se violan mujeres sin que la policía (que está bajo la órbita de Fernández) tenga la menor pista al respecto. ¿O será que existe una “sensación de violación”?
El ex presidente Néstor Kirchner consiguió que la Justicia fijara su residencia en Olivos y, de esta forma, quedó habilitado para presentarse como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Que haya vivido la mayor parte de su vida en Santa Cruz es apenas una anécdota. Ya lo dijo el propio Kirchner: “Si el partido me necesita”. ¿Qué partido?, podríamos preguntarnos, pero ésa es una pregunta “conspirativa”.
El recaudador bonaerense Santiago Montoya no tomó en cuenta que el partido necesitaba a Néstor y sugirió que el gobierno nacional debería buscar mayor diálogo con la gente, mostrarse más amplio a la hora de escuchar. A las pocas horas, lo echaron de su cargo en la provincia de Buenos Aires, donde pone la cara Daniel Scioli, pero gobierna Kirchner, ahora con mayor autoridad, con el domicilio ya fijado en suelo bonaerense.
Fiel a su historia, el kirchnerismo no deja de sorprendernos. En las elecciones del 28 de junio próximo habrá “listas testimoniales”, eufemismo en el que se escudan candidatos obsecuentes con Néstor, que encabezarán listas pero no asumirán si ganan.
Quien vote por el Frente Para la Victoria, no tendrá ni remota idea de a quién está votando, ya que no sabrá quién va a asumir.
Literalmente, aquí no hay metáfora alguna.
Hay quienes piensan que este maquiavélico intento tendrá un mal desenlace. “Les va a salir el tiro por la culata”, pronostican politólogos y dirigentes de la oposición.
Para colmo de males, el gobierno no gana para sustos.
El 31 de marzo pasado, el fallecimiento del ex presidente Raúl Alfonsín derivó en una inédita y multitudinaria demostración de reivindicación política y moral hacia un hombre honesto, palabra indigerible e inapropiada para la mayoría de la actual dirigencia.
Veinte años después de haber tenido que adelantar la salida del gobierno, Alfonsín fue venerado en el Congreso por siniestros personajes que hubiesen mejorado notablemente la educación cívica argentina, si en lugar de forzar rostros compungidos le hubiesen pedido perdón públicamente, aunque sea post mórtem, al otrora líder radical.
En las huestes patagónicas hay mucho temor que esta reivindicación de la honestidad política obre como la luz del sol sobre Drácula con los candidatos oficialistas, y que una mayoría de electores se transforme en una suerte de alter ego del doctor Van Helsing.
Si eso pasa, tendrán que despedirse de los sueños hegemónicos. De aquí hasta las elecciones intentarán seguir asustando con “Nosotros o el caos”, a una ciudadanía que no se atemoriza con amenazas retóricas, sino al salir o al volver a casa, al guardar o al sacar el auto, al salir del banco, al entrar o al salir del cine o el teatro, en su casa o fuera de ella.
Al tener que vivir, en definitiva.
Imaginemos por un momento que la opción fuese cierta. En este rincón, los gladiadores patagónicos. En el otro, el caos. ¿Esta dicotomía no es una tentación para fomentar la aparición de un mayoritario conglomerado caótico?
Hace un tiempo, en el discurso que se proyectó en el Luna Park, donde la Unión Cívica Radical le realizó un homenaje al que sus médicos le aconsejaron no asistir, Raúl Alfonsín pidió a los jóvenes que se comprometan con la política. Y, emocionado, imploró: “Tenemos que querernos más entre los argentinos”.
La frase no suena tan aristotélica como los discursos de la presidenta, ni tan irascible como la verba inflamada de su esposo, ni mucho menos patéticamente irónica como los exasperantes apuntes de Aníbal Fernández.
Fue un consejo pronunciado casi al final del camino, con la sabiduría y la visión que da el haber vivido, el haber transitado por la vida y por este suelo.
Los jóvenes tienen motivos para ser incrédulos con los políticos. Los adultos también.
Sin embargo, hubo un buen puñado de argentinos que, durante esos tres días inolvidables de un sepelio histórico, parecieron decir en silencio que sí, que es necesario más amor, mayor tolerancia entre nosotros, los argentinos.
Algún pelandrún (hay muchos) pensará que se trata de una cursilería o una apelación digna de pastores mediáticos.
La frase no es nueva pero es abrumadoramente certera: la inteligencia es limitada, la estupidez no.
Acaso el próximo 28 de junio se convierta en un gran test sobre qué grado de estupidez colectiva impera en la Argentina.