martes, 31 de julio de 2007

EJEMPLOS

Los hipócritas de la moral mediática armaron su festín.
Los noticieros de la tevé argentina difundieron las imágenes de Pitty Álvarez, cantante del grupo Intoxicados, y de un amigo, saliendo mambeados de una comisaría en la que estuvieron detenidos por posesión de drogas.
Seguramente, la misma seccional que convocó a la prensa para que registrara tan resonante acontecimiento.
Para colgarse medallas de lata, la policía tiene una celeridad inversamente proporcional a su capacidad para resolver sus labores específicas.
Pero la carnada era buena para los cuervos de ese pseudoperiodismo que avergüenza y ofende a los genuinos periodistas.
Escuché hasta donde aguanté (poco, por cierto) al del Proyecto..., levantando el índice para presentar un abominable informe sobre los peligros que Álvarez y la prédica de su grupo representan para la juventud argentina que, como todos sabemos, consume merca, se mata a trompadas cada vez que puede, y se coloca al borde del coma alcohólico sólo cuando escucha las declaraciones de Pitty, o alguna canción de Intoxicados.
Nadie más autorizado moralmente que el del Proyecto... para bajar línea.
Hombre de intachable trayectoria, nunca transó con la dictadura, ni dirigió revistas frívolas, ni engaño a millones de lectores anunciando en tapa Estamos ganando una guerra absurda de la que nadie se hizo cargo.
No, esas labores sucias las cumplieron otros. Armando cortinas de humo con publicaciones que mostraban tetas y culos hasta donde permitía la incorruptible moral castrense, y diseñando tapas con los personajes del año. Algunos, tan proclives a la falopa como Pitty, pero carentes de la sinceridad y el desparpajo del músico.
Para colmo, Pitty consume paco, la droga de los marginales, de los limados, de los que están más del otro lado que de éste.
De una estrella de rock uno debe esperar, por lo menos, un consumo más chic: cocaína, algo de ácido, acaso éxtasis.
Hoy, la globalización exige que los artistas guarden cierto glamour a la hora de darse.
Tiene razón el del Proyecto... en advertirle a usted, señor televidente, que tenga cuidado con las canciones que escucha su hijo. El peligro es la imitación de la conducta de los ídolos.
El verdadero riesgo es ése y no los que manejan el gran negocio, sus cómplices, y una sociedad que observa aliviada cómo la fatalidad toca a las puertas de otro y no a la propia.
En la Argentina de hoy, los ejecutivos sólo consumen agua mineral, los políticos saborean jugos de frutas, los gremialistas devoran antiácidos de tanto tomar mate, y los periodistas (aún los que bastardean la profesión) son consumidores compulsivos de yogurt bajas calorías.
Todos ellos, lo más blanco que vieron en sus vidas fue una servilleta de papel.
En contra de lo intelectualmente correcto, no comparto ni celebro el universo de la drogas. Ergo, detesto su apología.
Eso sí: le daría un destino menos televisivo y un poco más vulgar al índice del conductor del Proyecto...
Poco me importa si Pitty se droga o ingiere comida podrida.
Canciones como Está saliendo el sol o Fuego, me conmueven cada vez que las escucho.
Del mismo modo que me invade un asco irrefrenable cuando algunos personajes siniestros apostrofan delante de una cámara, o los hipócritas de siempre (y los nuevos) aseguran desde un escenario que hoy estamos mejor que ayer. O prometen que mañana nos irá mejor que hoy.
Contra ésos habría que prevenir no sólo a los televidentes, sino a todos los ciudadanos.
Llevaría mucho tiempo y esfuerzo encontrar peores ejemplos que ellos para los hijos de este suelo.

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